Los creativos culturales: el nacimiento de la conciencia creativa





Autor: Juan Pastor Bustamante

La repercusión cada vez mayor que tienen los encuentros del Foro Social son el reflejo de que existen nuevas formas de percibir la realidad que empiezan a conceptualizarse. Un movimiento cultural está despertando en nuestro planeta. Son los denominados creativos culturales CCs . Este concepto ha sido acuñado por Paul Ray y Sherry Anderson, quienes tras 30 años de investigación sobre los valores de la sociedad estadounidense han constatado la existencia de esta, por el momento, subcultura. Para Otro autor Richard Florida (autor del best seller “the rise of creative class” ) se trata de una clase social en auge en Estados Unidos a la pertenecen aquellas personas que son pagadas por crear ya sean científicos, ingenieros, educadores, abogados, periodistas. Mi experiencia en la dinamización de comunidades virtuales internacionales me hace constatar que con distinta intensidad ese cambio se esta produciendo en todo el mundo más en la línea de surgimiento de una nueva conciencia o cultura que una clase social.

El por qué es una nueva cultura se basa en el hecho de que personas de distintos lugares, clase social, sexo, religión o nivel de estudios comparten unos valores. Sólo en Estados Unidos conectarían con estos valores, según Ray y Anderson, 50 millones de personas y estiman que en la Unión Europea pueden pertenecer a esta subcultura entre 80 y 90 millones de personas.

¿Es usted un creativo cultural?

Todos los investigadores coincidimos en que el principal escollo en la evolución de este movimiento es la falta de conciencia de pertenencia a un grupo. Se siguen utilizando las viejas etiquetas para los nuevos conceptos. Cualquier visión diferente se trata de incluir en ese cajón de sastre que son los movimientos antiglobalización. Considero que es conveniente renovar nuestra mirada y descubrir las nuevas posibilidades que están surgiendo. La incertidumbre que genera toda novedad se resuelve con información, reflexión y comunicación; pero sobre todo con una actitud abierta.

Lo que comprobamos es que cada vez más personas sienten que viven en unas coordenadas diferentes a las que imperan en nuestra sociedad. Existe una sensación de desorientación e incluso de aislamiento intencionado en distintos ámbitos: social, intelectual e ideológico. Se siente más interconexión con personas a cientos de kilometros que con vecinos o familia. La abstención en la calle se compensa con la actividad frenética de una realidad paralela que es Internet. No podemos olvidar que el silencio también es comunicación.

¿Cómo distinguir o identificar los rasgos que definen este movimiento emergente?

Búsqueda de la autenticidad . Ante el exceso de opiniones sesgadas y con una devaluada credibilidad política e intelectual, los CCs son conscientes de que tienen que generar sus propias opiniones. Deciden tomar conciencia de sus reflexiones y opiniones a partir de contrastar la realidad, por ejemplo, leyendo varios periódicos o alternando la escucha de informativos en diversos medios. Son consumidores críticos de información.

Logran unir acción con aprendizaje. Entienden el aprender como un acto creativo. Quieren disfrutar con lo que hacen. El producto es importante pero el proceso y el entorno cobran mucha importancia. No se limitan a ser meros reproductores sino que además intentan aportar nuevas ideas. Muchos de ellos han decidido trabajar por cuenta propia: diseñadores, consultores, escritores, periodistas, artistas. En ellos el “conocimiento” y la “información” son las herramientas de la creatividad y la “innovación” el producto.

Idealismo y activismo. Crecidos en la consolidación de los movimientos sociales y reivindicativos. Los creativos culturales han estado participando en primera línea a través del voluntariado y el activismo. Son conscientes por su propia experiencia que la única manera de cambiar algo es mediante la implicación personal. En este idealismo difieren de los movimientos hippies o del new age que se han centrado más en mirar hacia dentro que en hacer hacia fuera.

Mayoría femenina. Un rasgo destacable es el papel de la mujer. Posee una mayor participación que los hombres: numérica, activa e ideológica. Son mujeres que ya no tienen, en la mayoría de los casos, como prioridad luchar por sus derechos. Están volcadas en la lucha por el bienestar social y la familia. No entienden su papel en el hogar desde la perspectiva de ama de casa sino de vertebradora del núcleo familiar.

Desencantados. Están decepcionados con muchos de los valores que predominan en las sociedades capitalistas más desarrolladas: materialismo, hedonismo, obsesión por el status y la doble moral.

Ante la tesitura de blanco o negro, derechas o izquierdas, progresistas o conservadores se constata una realidad llena de matices y escalas. Las personas pueden tomar posturas progresistas y conservadoras, como las entendemos en la actualidad, sin tener por qué caer en la ambigüedad o en una acusación de incoherencia.

¿Por qué aparecen los Ccs?

En gran medida aparecen por el fracaso de las promesas de los modernos. Se trata de desarrollar una nueva cultura que integre lo tradicional y lo moderno, lo global y lo local, el cambio interior y exterior.

Buscan integrar conceptos que la cultura occidental ha separado: corazón y mente, lo personal y lo público, lo individual y lo comunitario. Por eso constatamos ese auge de la cultura tradicional oriental más centrada en la interacción del ser con la naturaleza, el desarrollo del espíritu y la búsqueda de la esencia a través de lo sencillo.

¿Qué puede impedir el afianzamiento de este grupo?

Sin lugar a dudas la falta de credibilidad que querrán imponer aquellos que se sientan amenazados por su aparición. Tardará mucho en asentarse o poco ¿quién sabe?, pero los efectos de la destrucción del medioambiente y de la confrontación entre los seres humanos provoca, aunque resulte paradójico, un caldo de cultivo excelente para su crecimiento. Otro peligro a superar es el no caer en la falsa conciencia de ser identificado como público objetivo, meros consumidores. Mercantilizar el concepto puede hacer que se quede en una moda, que los individuos asuman unos hábitos inducidos y no realmente escogidos. Los CCs no quieren identificarse con el concepto “new age” ahora muy devaluado. Tampoco hay que confundirlos con el “materialismo espiritual” movimiento en el que como apuntan, Ray y Anderson, mucha gente se está engañando a ellos mismos pensando que están desarrollándose espiritualmente cuando en realidad están fortaleciendo su egocentrismo a través de técnicas espirituales.

Lo que los CCs necesitan son instituciones que apoyen sus valores, formadores y escuelas para los profesores así como espacios en los que reunirse. Deben tener la posibilidad de encontrar a otros CCs a través de revistas, webs y canales de televisión.

¿Dónde viven?

Escapando de las megaciudades industriales, burocráticas o financieras se identifican núcleos urbanos que estarían atrayendo a la clase creativa donde cobra prioridad, como apunta Richard Florida, la “calidad del entorno” frente a la hasta ahora deseada “calidad de vida”. En norteamérica Austin o Albany destacan como ciudades emergentes aunque Nueva York o Boston no perderían su empuje de vanguardia. En Europa destacarían ciudades como Dublín o Berlín. En España podemos destacar Valencia o Gijón como ejemplos de estas ciudades emergentes. Barcelona mantendría su status de capital de la vanguardia si no se deja arrastrar por la homogeneidad cultural.

Estamos en un momento muy interesante en el que percibimos el nacimiento de un movimiento realmente comprometido con el desarrollo sostenible a todos los niveles: medioambiental, económico, educativo, social, político…Donde la capacidad creatividad del ser humano, es el concepto que lo define. Sólo falta apelar al despertar de la conciencia de las personas que se identifiquen con sus valores y potenciar su interconexión.

Juan Pastor Bustamante

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