Desarrollo personal. Siete pasos del arte de aprender una habilidad nueva.




Durante el invierno de 2007 tuve la suerte de tener uno de esos trabajos aburridos, tediosos y asfixiantes. ¿Suena bien verdad? Al disponer de largas horas semanales de tiempo libre mirando el techo, observando mi ombligo y leyendo el periódico, llegué a la conclusión de que podía dedicar ese tiempo a hacer algo más productivo. Así que decidí empezar un curso de inglés de Vaughan por fascículos que vendían con uno de esos periódicos. (De paso aprovecho para recomendaros sus cursos si estáis interesados en resucitar el inglés que lleváis dentro.) Dedicando los ratos libres de los que disponía, fui sacando el curso hasta terminarlo antes de los seis meses que duré allí.

Esto cambió mi vida. Gracias a este curso mi motivación por el inglés se transformó en una pasión por el idioma, mi gramática mejoró considerablemente y lo mismo ocurrió con mi pronunciación (o eso quiero pensar ). A partir de entonces escuchar en mi ipod grabaciones y leer libros sobre temas que me interesaran, todo en inglés, se convirtió en parte de mi día a día. Pero, ¿has dicho bien? ¿Esto cambió tu vida? ¿No te estás pasando de la raya? No, no me estoy pasando nada.

Si no hubiese dado aquel nuevo impulso al idioma anglosajón, en primer lugar no estaría escribiendo este blog (la mayoría de blogs que yo sigo son en inglés), no habría aprendido estos años lo que ahora sé de nutrición (ídem), no habría cambiado la respuesta a “¿Do you speak English?” de “A little bit” por “YES”, no habría tenido acceso a excelentes e innumerables fuentes de información en inglés que hay en la red. Ni siquiera lo habría tenido tan fácil para empezar a aprender mi reciente nueva habilidad y pasión: ¡tocar el ukelele!!! (¡Y no! ¡No es un juguete!) Y he de deciros que mi inglés está lejos de ser perfecto y que no es algo que domine completamente, pero os puedo asegurar que mi habilidad se multiplicó por un millón.
Éste es sólo un ejemplo de cómo aprender UNA simple habilidad nueva puede tener un impacto mayúsculo en tu vida. Seas quien seas, hagas lo que hagas y tengas la edad que tengas. Puede cambiar tu vida. Sin peros. De hecho, una gran mayoría de las cosas que deseamos y soñamos pasan por aprender habilidades nuevas. Yo, personalmente tengo la firme creencia que los seres humanos somos casi exclusivamente animales de costumbres. ¿Y qué nos diferencia a unos de otros? Precisamente esas costumbres. Las costumbres que decidimos practicar. Estas no sólo pueden transformar aquello que somos capaces de hacer, sino también aquello que somos capaces de ser.

Ya que no sólo se aplica a aprender un idioma, a cocinar o a tocar un instrumento, sino que las posibilidades son prácticamente infinitas. Algunos ejemplos pueden ser: ser más amables, comer mejor, utilizar más el sentido del humor, ser más generosos, sonreír más, tener más vida social, ser más aplicados y entregados en nuestro trabajo, decir que no cuando queremos decir que no, estar más fuertes y flexibles,…. Todo esto no son más que habilidades o costumbres que se pueden practicar, mejorar e instalar más en nuestro día a día.

¿Cómo podemos aprender una habilidad nueva sin fracasar en el intento?

La verdad es que yo nunca he sido muy sofisticado de cara a aprender habilidades nuevas y más bien ha sido mi testarudez y mi capacidad obsesiva las que me han ayudado a desarrollar algunas. Pero con el tiempo he aprendido algunas pautas básicas que te pueden ayudar bastante en esta causa.

Veámoslas una por una.

1. Simplemente empezar.

Impresionante, ¿verdad? Pues normalmente este es el paso que se salta la inmensa mayoría de la gente. Pero como es obvio, sin esto no hay nada. Todo sigue igual. Fin de la historia. Empezar algo nuevo es un imán que atrae muchos miedos: ¿Realmente quiero hacerlo? ¿Sabré? ¿No será muy difícil? ¿No es una idea ridícula? Etc.

Con el tiempo, he aprendido a que cuando tengo una idea recurrente de empezar algo distinto, que se repite día tras día en mi cabeza, simplemente la empiezo. Este acto de empezar es casi mágico. Te enmarca en una realidad completamente nueva. Te da una idea de si te va a gustar esa nueva práctica, esa nueva experiencia.

En los tiempos que corren, y con tanta información a nuestro alcance gracias a internet, puedes empezar prácticamente cualquier cosa sin gastarte un duro. ¿Cuándo hacerlo? ¡Ahora! Aunque claro, esto es sólo el comienzo.

2. Mentalidad de principiante.

O lo que es más práctico, mentalidad de  completo estúpido. Cuanto más aceptes, por lo menos al principio, tu absoluta torpeza e incapacidad, más rápido aprenderás. Aunque parezca contradictorio, créeme, esto funciona así. Si aceptas tus fallos y tus torpezas, que los habrá a miles, no te rendirás por falsas expectativas ni sufrirás innecesariamente. Ser torpe y malo cuando estás empezando es lo NATURAL. Lo contrario es ANTINATURAL.

Y esto no significa que no puedas ser un completo genio en el futuro (si ese es tu objetivo). (No dominar esta pauta siempre ha sido uno de mis grandes lastres. Sufres más. Avanzas más despacio. Y créeme, muchas veces pensamos que vamos de humildes cuando en el fondo creemos que somos unos genios que no nos podemos equivocar. Obsérvalo bien, porque esto se puede cambiarse.)

3. Aprende sólo una cosa nueva por vez.

Espero de verdad que te estés emocionando leyendo este artículo y quieras empezar ya a aprender algo nuevo, pero no tanto que tengas una lista de veinte cosas y te pongas mañana mismo con todas. Coge una. Sólo una. La que más te apetezca y te motive. Y pásate un bueeeeeen tiempo SÓLO CON ESA. Por lo menos hasta que superes la fase inicial y sea un hábito en tu vida. Cuando yo lo he hecho así, éxito. Cuando he cogido varias, mmmm, vaya, de esta pata sigo cojeando a veces.

4. Dedica poco tiempo al principio.

Si ya te has decidido por algo que quieras aprender, estupendo. Búscate un hueco al día. Preferiblemente hacia la misma hora todos los días. Y dedícale muy poco tiempo. 10 minutos, 20, 30, máximo una hora. Cuando se tiene un proyecto nuevo, que te ilusiona, hay una fase inicial que se conoce a veces como período de luna de miel. Es cómo estar al comienzo de un enamoramiento, flotando, disfrutando, viendo todo de color de rosas, mariposas,…

Ya lo sabes, esto no dura siempre. ¿Qué pena verdad? Sí, pero es así. Pasados los primeros días vas a sufrir un bajón, una desmotivación, el rosa va a pasar a gris, o incluso puede que sientas un vacío. No pasa nada. Esto le sucede a todo el mundo. Pero si te has metido un atracón de horas los primeros días, la caída es más grande y es más difícil que no renuncies a esta nueva aventura.

Así que empieza despacito, con pasitos de bebé, poquito a poquito (esto lo agradeceréis los que disponéis de menos tiempo). A medida que avances podrás ir incorporando periodos de tiempo más amplios. Sabrás si realmente disfrutas con lo que haces y si te merece la pena dedicarle ese tiempo. Y no te preocupes, el rosa volverá y también una multitud de colores distintos.

5. Anticipa las bajadas de guardia y aprovéchalas.

Otra cosa que ocurrirá seguro es que habrá días en los que se te hará insufrible hacer lo que tengas entre manos. Y te lo repito: ocurrirá seguro. Falta de concentración, incomodidad, nada fluye, desmotivación,…. Es normal. Somos humanos. Pero lo que puedes hacer para afrontar mejor esos momentos es anticiparlos, esperarlos. Lo primero que te recomendaría es que pases por lo que sientes sin abandonar la actividad. Cuando te esté pasando, reconócelo. “Vale, estoy en uno de esos días.”

Lo siguiente es aceptar la incomodidad que eso produce y seguir trabajando en lo que estés con esa incomodidad. Simplemente hazlo lo mejor que puedas. Hace años, un buen profesor de esgrima que tuve me dijo algo que se me grabó en el cerebelo superior (si existe): “Los días difíciles son aquellos en los que más aprendes.” Y aunque la esgrima nunca fue mi fuerte, este principio lo he aplicado siempre que he podido.

Algo que ayuda es pensar que esa incomodidad no está presente todos los días. Sólo algunos. Y que los días buenos volverán.  Posiblemente al día siguiente. Si se te hace demasiado cuesta arriba, puedes aplicar la siguiente pauta.

6. Descansa.

No hay evolución sin descanso. Esos músculos, mentales o físicos que has estado desarrollando durante varios días seguidos, siguen trabajando y asimilando de un modo más subconsciente mientras descansas. Hazlo. También disfrutarás más de la vida.

7. Visualiza lo que quieras alcanzar.

De vez en cuando, párate a pensar, a recordar por qué empezaste con este aprendizaje. Visualiza lo que sueñas. Y si crees que alcanzarlo PUEDE MEJORAR TU VIDA, sigue con ello.

¡Empieza ahora! Lo antes posible. Ya tendrás tiempo de refinar. Olvídate de la perfección. No existe. Y sobre todo, ¡pásalo bien! Espero que te haya servido este artículo. Gracias por leerlo.

Por Gonzalo Fuentes.

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